miércoles, 19 de abril de 2017

El ajedrez conservado más antiguo y famoso del mundo

    
     Descubierto en la isla escocesa de Lewis en 1831 en circunstancias poco claras, estas magníficas piezas de ajedrez parece ser que fueron hechas en Noruega, aunque otras hipótesis consideran que fue en Islandia, pero sea como fuere, nos encontramos con unas figuras elaboradas en la Edad Media, y concretando un poco más, entre el 1150 el 1200. El material empleado fue el marfil, obtenido de colmillos de morsa principalmente, o dientes de ballena. El tamaño de las figuras (se encontraron setenta y ocho) de este ajedrez vikingo, oscila entre 4 y 10 cm de altura. En la actualidad se encuentra expuesto en la sala 42 del Museo Británico de Londres (67 piezas) y en el Museo de Escocia en Edimburgo (11 piezas). Respecto al color de las fichas eran blancas y rojas, ya que se han encontrado restos de pintura roja en algunas de ellas. Por el lugar de su descubrimiento se le conoce como ajedrez de Lewis.

                             
     Especialmente expresivos son los rostros de los principales personajes que componen las piezas de este enigmático y, yo diría, mágico ajedrez, no por casualidad es el que se utiliza en una partida en la que participa el protagonista de la famosa película Harry Potter y la piedra filosofal. Empezando por la figura del rey, pone cara de ir perdiendo la partida, como si tal cosa no le pudiera ocurrir a él; su espada enfundada sobre sus rodillas la sujeta con ambas manos, un gesto poco habitual, no parece presto a ganar la batalla, o la partida; como se quiera. Se muestra abatido y sorprendido a la vez. El rostro de aburrimiento de la reina es perfectamente descriptible, acentuado por el hecho de sujetar con su brazo izquierdo el codo de su brazo derecho, para poder mantener la palma de la mano pegada a su rostro. Está claro que los creadores de estas figuras deberían de pensar que el ajedrez no era cosa de mujeres, un juego demasiado intelectual para ellas, la reina estaba porque era una pieza necesaria en este juego. Cómo no, el clero no podía faltar en esta sociedad medieval, se elige a un rollizo religioso con mitra y báculo episcopal para la figura del alfil, y, ya que está, aprovecha la ocasión para bendecir a sus compañeros de tablero. Un fornido caballero monta un diminuto caballo, protegido con casco y escudo, y dejando ver su puntiaguda espada, qué duda cabe de que es un buen servidor de su rey. Por último, y haciendo la función de torre, nos encontramos con el escudero que muestra sus dientes al enemigo, como una señal inequívoca de su fiereza, toda una declaración de intenciones, dispuesto a enfrentarse a todo el que se le ponga por delante.
      
     Respecto a los peones no se molestaron mucho, ni si quiera se les dota de forma humana, simplemente tienen una base octogonal con forma de dedal y, alguno de ellos, muestra grabaciones esquemáticas. ¡Qué le vamos a hacer!, la tropa no tenía más consideración, solo luchar e intentar sobrevivir a la batalla.

NOTA: No todas las figuras de la colección presentan los mismos gestos. Las piezas que aparecen en la 2ª imagen son réplicas muy exactas de las originales, que se pueden adquirir en la tienda del Museo Británico (fotos del autor).
       R.R.C.