miércoles, 2 de marzo de 2016

La carta del Rey

     
     Las bodas reales siempre se han caracterizado por ser una cuestión de Estado, y rara vez se han producido por amor de los contrayentes; aunque esta ley no escrita, también ha tenido sus excepciones a lo largo de la historia, como es el caso del matrimonio que nos ocupa: el de Carlos III rey de Nápoles y Sicilia, y posteriormente de España (al no dejar su hermano Fernando VI sucesor), y el de María Amalia de Sajonia en el año 1738. Él contaba con 21 años de edad, y ella con apenas 14. Se casaron por poderes en el Palacio de Dresde, y más tarde, esta vez sí, con los contrayentes presentes en Nápoles. Por supuesto que el matrimonio no se libró de tener un interés político y, por lo tanto, de ser un enlace de conveniencia. Pero además, fue un desposorio por amor a primera vista. Prueba de ello es, que cuando falleció la reina 22 años después, el rey manifestó que era el primer disgusto serio que su esposa le había dado en toda su vida. Carlos III contaba con 44 años cuando ocurrió este desgraciado acontecimiento, y nunca más se volvió a casar. Si empezamos ahora por el principio de esta unión, y leemos la carta que Carlos envió a sus padres informándoles de cómo le había ido la noche de bodas, comprenderemos que la pareja estaba completamente enamorada. Ya sé que no es algo habitual contar a los progenitores las hazañas de la noche posterior al matrimonio, pero en fin, en esta ocasión así pasó. La carta en cuestión:
         
     Mi muy querido Padre y mi muy querida Madre, me alegraré de que VV.MM. sigan bien, yo y mi mujer estamos perfectamente, gracias a Dios. He recibido una carta de VV.MM. del 15 del mes pasado, por la que he visto como gracias a Dios VV.MM. habían recibido dos de mis cartas.
     Suponían que cuando recibiera esta carta ya estaría alegre mi corazón y habría consumado el matrimonio; que no me extrañara de que VV.MM. me hablaran así, que a veces las jovencitas no son tan fáciles y que yo tendría que ahorrar mis fuerzas con estos calores, que no lo hiciera tanto como me apeteciera porque podría arruinar mi salud y me contentara con una vez o dos entre la noche y el día, que si no acabaría derrengado y no valdría para nada, ni para mí ni para ella, que más vale servir las señoras poco y de continuo que hacer mucho una vez y dejarlas por un tiempo.
(…)
(…)
     El día en que me reuní con ella en Portella, hablamos amorosamente, hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos y luego proseguimos nuestro viaje sosteniendo la misma conversación hasta que llegamos a Gaeta algo tarde.  Entre el tiempo que necesitó para desnudarse y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que tenía muchas ganas.
     Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; solo diré  que acerca de lo que  me decían de que como ella era joven y delicada no dudaban de que me haría sudar, diré que la primera vez me corría el sudor como una fuente pero que desde entonces ya no he sudado.
      Más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y les aseguro que hubiese podido hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VV.MM. me dieron.
     Diré también  que siempre derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro y también que es la chica más guapa del mundo y que tiene el espíritu de un ángel y el mejor talante y que soy el hombre más feliz del mundo teniendo a esta mujer que tiene que ser mi compañera el resto de mi vida.
      VV.MM. me decían que aguardaban con impaciencia averiguar si pueden tener nietos pero que  tenían miedo de que no sea enseguida, ya que ella no tiene todavía el periodo. Diré a VV.MM. que todavía no lo tiene, pero que según todas las apariencias, no tardará en tenerlo porque empezó hace ya 4 noches a dejar algunas manchas de esa materia que dicen que precede a lo de tener el periodo; lo cual espero en Dios, en la Virgen y en San Antonio.
     Mi mujer me ruega que la ponga con la mayor sumisión a los pies de VV.MM.
     Señora, ruego a V.M. que abrace de mi parte a todos mis hermanos y hermanas = Nápoles, a 8 de julio = El más humilde y más obediente de los hijos. Carlos.

     R.R.C.