domingo, 5 de abril de 2015

La mona, el huevo y el conejo de Pascua

       Hoy, Domingo de Resurrección, es un día oportuno para ocuparnos de los temas que anuncian esta entrada. El origen de la mona de Pascua se relaciona con el fin de la Cuaresma, por lo tanto, una vez que se han terminado los sacrificios culinarios, podemos engullir este delicioso y sencillo dulce, tan característico de nuestra tierra murciana y de otras provincias, normalmente mediterráneas. En cuanto al huevo, que suelen lucir las monas, está relacionado con la fertilidad en las antiguas culturas (la fenicia, por ejemplo) que celebraban la llegada de la primavera y, por ende, de la “explosión” fecunda de la naturaleza.
  
     Y, ¿el conejo de Pascua? ¿Cuál es su cometido tras la Semana Santa? Su origen es más complejo, pues encontramos leyendas suyas en distintos lugares y fechas en el norte y centro de Europa y en el mundo anglosajón pero, anteriormente, lo descubrimos ligado a la diosa Astarté antes de la era cristiana, como símbolo de fecundidad. Así que, asociado a la fertilidad y a la abundancia de la primavera, cuando la naturaleza rejuvenece, es lo que tiene en común en las distintas culturas. También podemos traer aquí las palabras del papa Francisco, recordando a los fieles, que no hace falta reproducirse como conejos para ser un buen cristiano, con tres hijos sería suficiente, terminó diciendo. Es evidente que también asoció los conejos a la fertilidad.
     Hace ya más de mil años, en plena Edad Media, surgió una leyenda entre los cristianos germanos con el objetivo de adaptar esta tradición pagana a su religión. Se decía, que cuando enterraron a Jesús en el Santo Sepulcro, un conejo se quedó allí encerrado y asustado, convirtiéndose en el primer testigo de la resurrección tres días después. Maravillado por lo que allí contempló, sintió la necesidad de comunicarle a los seguidores de Jesús lo que había sucedido, para que sus penas se convirtieran en alegría. Al no estar dotado de la facultad de la palabra, lo hizo dejándoles un huevo pintado de colores como señal de la resurrección de su Señor. Este sería el origen de la leyenda que mantiene, que el domingo de Pascua, un conejo reparte huevos coloreados por las casas.

     Por último, a partir del siglo XVIII se desarrolló mucho la industria chocolatera y, enseguida, se dieron cuenta de que sería un buen negocio hacer huevos y pocos años después, conejos de chocolate, pues en el mundo infantil serían muy bien recibidos. Como así ocurrió. Negocio redondo.
      R.R.C.

Nota: Relacionado con el Domingo de Resurrección hay una entrada en el blog titulada: “Evidencias históricas de la resurrección de Cristo según N.H. Wright en su diálogo con A. Flew” publicada el 10 de febrero de 2013.También la podemos encontrar en el buscador que aparece en el margen derecho.