miércoles, 1 de octubre de 2014

El descubrimiento del faraón perdido: Senebkay

 
      En el mes de enero de este año, se dio la noticia del descubrimiento de una tumba en el cementerio de la ciudad Abydos, situada a 550 kilómetros al sur de El Cairo, por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Pensilvania, de un faraón desconocido hasta ahora, aunque aparece mencionado en el famoso papiro de Turín, y que habría gobernado durante poco más de cuatro años a mediados del siglo XVII antes de J.C. en esta zona, pues el país se encontraba fracturado en otros reinos menores, en lo que se viene denominando Segundo Período Intermedio, es decir, el comprendido entre el Imperio Medio y el Imperio Nuevo faraónico. Además, como en tantos otros descubrimientos de tumbas reales, ya había sido saqueado el enterramiento en la propia antigüedad, no hallándose ningún objeto en el mismo. De la momia, sacada del sarcófago y tirada por el suelo (puestos a robar, le robaron hasta los vendajes ¿para qué los querrían?), sólo quedaban sus restos óseos.
     El propio Joseph Wenger, jefe de la expedición, nos confirma, que el modesto tamaño de la tumba en la que se reutilizaron bloques de piedra procedentes de otras construcciones, para realizar cuatro estancias de pequeño tamaño y con escasa decoración, aunque aparecen las imágenes de las diosas Nut, Neftis, Selket e Isis, nos indica el declive de la riqueza del reino en este período. A pesar de la violación de la sepultura, el esqueleto se encontró prácticamente entero en su cámara mortuoria y parece que murió a una edad próxima a los cincuenta años. Tenía una elevada estatura para esa época, según las informaciones que he consultado, podría medir hasta 1,85 metros. Por otra parte, se trataría de un faraón de poca importancia, al igual que ocurre con Tutankamon, si no hubiese sido por su fabulosa tumba, prácticamente intacta, descubierta en 1922 por H. Carter.
     Parece ser que se enfrentó a la invasión de los hicsos, que aprovecharon el desorden que en estos momentos imperaba en el país del Nilo para instalarse en su zona norte, mientras en Tebas reinaba la XVI dinastía y, entre ambos poderes, se encontraba la efímera dinastía de Abydos, a la que pertenecía nuestro protagonista. Después de un minucioso estudio forense realizado a sus restos, se ha descubierto que murió de una forma violentísima, probablemente en un enfrentamiento con sus adversarios del norte. Todo parece indicar, que se encontraba en una posición elevada, posiblemente a lomos de un caballo, cuando sus enemigos lo derribaron y lo mataron tirado en el suelo y sin posibilidad de defensa. Su cuerpo presenta 18 heridas significativas, además de otros cortes en diferentes partes. Al final, los egipcios consiguieron expulsar a los hicsos del país, pero la tarea no fue fácil.
     Respecto al nombre, aparece pintado en las paredes del sepulcro en el habitual cartucho ovalado que se reservaba exclusivamente para los soberanos. En él, podemos leer el nombre de Senebkay, precedido por el disco solar (Ra) y la figura del famoso pato egipcio (que se lee sa) y se traduce como hijo. Luego el faraón, es el hijo de Ra (el Sol). Seneb, significa saludable en español y el Ka para los egipcios, era el espíritu. La y final la podríamos interpretar como él de… Si unimos todo lo anterior, concluimos que el nombre de Senebkay significa: “El de espíritu saludable”. Hijo de Ra.
       R.R.C.