sábado, 5 de julio de 2014

Diferencia entre turista o viajero

     Evidentemente no es lo mismo ser turista que ser viajero. El primero es el que viaja para divertirse, para descansar (aunque dudo que lo consiga de viaje), para entretenerse, porque está de vacaciones y a algún sitio tiene que ir para romper con la rutina del trabajo, en fin, los motivos pueden ser varios. El segundo, viaja para aprender, observar, comprobar, en definitiva, comprender mejor y tener una visión más amplia del mundo en el que vive. Todo lo anterior, no tiene, necesariamente, que estar reñido con la diversión y el entretenimiento. Ya dijo un importante escritor: “Que el mundo es como un precioso libro y el que no ha viajado nunca sólo ha visto la primera página”. El viajar también es muy bueno para evitar los prejuicios y la estrechez de miras, nos hace más dialogantes y comprensivos, no cabe duda, de que es muy saludable y rejuvenecedor. Por otra parte, los conocimientos que adquirimos en la escuela, o en la universidad, se completan y complementan con una actividad viajera, cuanto más, mejor, cada uno lo que pueda permitirse, o le apetezca. El historiador romano Plinio el Joven ya nos dejó por escrito que: “Por naturaleza, los hombres gustan de ver cosas nuevas y de viajar”.

     Como julio es un mes vacacional, durante el cual mucha gente puede aprovechar para viajar, creo que es oportuno escribir sobre este asunto, a riesgo de parecer jactancioso, por mencionar más adelante los lugares que he visitado. El no hacerlo, tampoco me convertiría en más humilde. Sólo pretendo hacer una llamada de atención sobre la importancia que tiene para formarnos como personas, el hecho de conocer otros sitios diferentes al lugar donde hemos nacido y crecido. Además, sin pretender ofender ni minusvalorar a nadie, la gente más inteligente que yo he conocido no ha sido en la Universidad, ni en círculos pretenciosamente intelectuales con los que he tenido algún contacto. Todo lo contrario, en los lugares más humildes y sencillos de España y otros países del mundo, en los rincones más inesperados, me he tropezado, sin buscarlo, con las personas más sabias, interesantes y encantadoras que he visto en mi vida.
     Mark Twain, por ejemplo, fue un entusiasta viajero, como podemos comprobar en su maravilloso libro traducido al español como Guía para viajeros inocentes (su título original es Inocentes en el extranjero). Afirmó en una ocasión “Que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él”. Otros personajes relevantes también fueron incansables viajeros y aventureros. Muchos de ellos publicaron sus experiencias de las que nos podemos aprovechar todos nosotros, en la aventura que todo viaje conlleva.
     Personalmente, me hubiese gustado viajar mucho más de lo que lo he hecho hasta ahora. Pero sí he viajado, al menos, todo lo que he podido. Evidentemente, el país que mejor conozco es España, ya que he visitado sus quince comunidades autónomas peninsulares, las dos insulares, es decir, los archipiélagos de Baleares y Canarias, más las ciudades norteafricanas de Ceuta y Melilla. Muchas de ellas varias veces (es bueno repetir, pues cuando uno vuelve a un lugar ya visitado siempre se descubren cosas nuevas, no entiendo a aquellas personas que dicen que no volverían a un sitio en el que ya han estado). España es como un pequeño continente, por la variedad que ofrece su medio millón de km cuadrados, su riqueza cultural, sus diversos paisajes y diferentes climas. Aunque uno sólo viajase por ella, no estaría nada mal, pues ofrece todo un mundo de posibilidades para aprender, conocer y disfrutar. No hay viaje, por corto o pequeño que nos parezca, que no sea importante. Y recuerden, como dice un viejo proverbio atribuido a Lao Tse: "Un viaje de mil leguas empieza por el primer paso".
     Al extranjero también he salido en numerosas ocasiones, y al igual que he hecho en España, he repetido países, otros sólo los he visitado en una ocasión. Por supuesto, no los he recorrido como España, he visitado alguna ciudad, u otros lugares de interés en cada uno de ellos. Unos los he visto mejor que otros. En todos ellos, he pretendido ser un viajero, antes que un turista, contra el que no tengo nada, evidentemente. Lo importante, no es el número de lugares que hemos visitado, sino, como hemos aprovechado nuestra estancia allí. ¿Qué hemos obtenido de ellos? Esta es la pregunta que nos tenemos que hacer y a la que tenemos que dar respuesta.
     Los viajes también tienen sus enemigos, aunque no son muchos. Sirva de ejemplo lo que dijo el intelectual catalán nacido en el siglo XIX y fallecido en el XX Santiago Rusiñol: “Si fuera cierto que el viajar enseña, los revisores de billetes serían los hombres más sabios del mundo”, o la novelista francesa Gabrielle Colette: “Los viajes sólo son necesarios para las imaginaciones menguadas”. Opiniones que no puedo compartir, por ser contrarias a la postura defendida en esta entrada. Pero lo más absurdo que he tenido que escuchar al respecto, lo dijo una conocida mía cuando afirmó que: “viajar era tirar el dinero, pues cuando volvías no tenías nada”. Creo que no necesita comentario. Felices vacaciones a todos los afortunados que las tengan. En todo caso, pásenlo bien.  
     Para finalizar, aquí os dejo este bello poema de Antonio Machado:
                                  Caminante, son tus huellas
                                  el camino y nada más;
                                  Caminante, no hay camino,
                                  se hace camino al andar.
                                  Al andar se hace el camino,
                                  y al volver la vista atrás
                                  se ve la senda que nunca
                                  se ha de volver a pisar.
                                  Caminante no hay camino
                                  sino estelas en la mar.
        R.R.C.

NOTA: La foto superior la tomé desde la popa de un barco, en ella podemos ver la estela que deja en su avance por el mar. La foto siguiente la saqué en una preciosa y relajante bahía de Costa Rica.
NOTA II: Me preguntan unos amigos que cuál ha sido mi mejor y mi peor viaje. La respuesta la tengo clara: mi mejor viaje ha sido desde el primero al último realizado, desde el más cercano al más lejano; mi peor viaje ha sido aquel que pudiéndolo haber hecho no lo hice.

       R.R.C.