lunes, 9 de junio de 2014

El brazalete de Tutankamón

 
  
      Hay varias entradas dedicadas en el blog a este famoso faraón de la XVIII dinastía egipcia, que murió antes de cumplir los 20 años de edad hace más de 3200 años. Son numerosas las alhajas encontradas en su tumba en el Valle de los Reyes cerca de Luxor, entre las que se encontraba este hermoso brazalete de unos seis centímetros de diámetro, conservado en el Museo de El Cairo. Las joyas de Tutankamón destacan sobre otras de esta época, por su buen estado de conservación y por su originalidad. Impresiona, desde luego, el enorme escarabajo de lapislázuli engastado a modo cloisonné que presenta en la parte superior, como símbolo de creación y renovación. Es de sobra conocido por todos, la importancia que concedían los antiguos egipcios al “scarabaeus sacer”, que se convirtió en uno de los adornos más utilizados en orfebrería y tuvieron un papel muy importante en los rituales funerarios.
     Es un brazalete rígido de oro y piedras de adorno incrustadas, entre las que destaca el magnífico coleóptero acompañado con dos bandas de piezas realizadas  a base de cornalina, ágata, lapislázuli,  turquesa, vidrio coloreado y oro. En los laterales de la joya se puede comprobar una bella flor de cuarcita, flanqueada por dos capullos en flor de cornalina. Toda una sinfonía de colores que dotan a esta obra de orfebrería del Antiguo Egipto, en un ejemplo de la belleza que estos artesanos lograron alcanzar en su dura labor al servicio de la creación artística.

      R.R.C.
APÉNDICE
                                           BRAZALETE DE CUENTAS DE TUTANKAMÓN
      Nos encontramos ante una de las numerosas joyas que tenía reservadas para la posteridad el lugar de enterramiento del famoso faraón Tutankamón. Una más de las 5200 piezas que contenía la tumba y que conserva el Museo de El Cairo. Cuentas alargadas y de diferentes materiales, formas y colores recorren toda la pulsera, en la que se emplea el oro como base, para completarla con un enorme escarabajo pelotero de lapislázuli que hace de cierre de la misma. Si nos fijamos en el final de sus patas delanteras, podemos comprobar claramente el cartucho con el nombre de este faraón, que el coleóptero lleva en su boca, y pone NEB-JEPERU-RA: “El señor de las manifestaciones es Ra”, el Nombre de Trono de este monarca.

     Quiero recordar que en el antiguo Egipto el nombre personal jugaba un papel muy importante en sus vidas; el nombre y el individuo en concreto eran inseparables. En el caso de objetos valiosos como el presente, esa unión era aún más poderosa si cabe, ya que no solo era un elemento de adorno, pues todas estas joyas tenían un poder mágico-religioso y protector sobre su portador. Por eso, era muy importante que llevaran su nombre grabado; ya que solo a él le servirían los poderes mágicos que pudiese atesorar la joya en cuestión; y no a otra persona. Por tanto, en caso de robo, solo le quedaba su valor material (que ya era mucho), y no aportaría nada más a su ilegítimo nuevo propietario.
          R.R.C.
APÉNDICE II
                                     BRAZALETE FLEXIBLE DE TUTANKAMÓN

     Nos encontramos ante una de las joyas que aparecieron en la tumba de este faraón, concretamente en el brazo derecho de la momia cuando fue descubierta en 1922 por H. Carter en el Valle de los Reyes. Un brazalete flexible de cuentas elaborado a base de oro, cornalina, loza y piezas de vidrio, que lo dotan de un gran colorido y vistosidad. Asimismo, un espectacular cierre rojizo con forma de ojo de Horus, el Udyat (el que está completo), símbolo que protege y da estabilidad a su portador. Uno de los amuletos mágicos más potentes y utilizados en el Antiguo Egipto.
     En el reverso del cierre nos encontramos con la frecuente inscripción jeroglífica que suelen llevar estas obras maestras de la orfebrería egipcia; entre la que podemos observar el cartucho de Tutankamón, el cual hace referencia a él como gobernante. Además, también se refiere al faraón como Señor de las dos Tierras (Egipto); imagen de Ra; y que sea dotado de vida eternamente y para siempre. En fin, las habituales dedicatorias que los orfebres y artistas egipcios reservaban a sus monarcas.
ACLARACIÓN: “eternamente” hace referencia a la eternidad cíclica en la que interviene la tierra; mientras que “para siempre” hace referencia a la “eternidad luminosa” en la que interviene el Sol. De ambas maneras los antiguos egipcios se pronunciaban sobre la eternidad.
       R.R.C.      
NOTA: Imágenes descargadas de Internet.