domingo, 2 de febrero de 2014

Algunos círculos de Kandinsky

     Es un óleo sobre lienzo realizado por Wassily Kandinsky en 1928. Se encuentra  expuesto en el Museo Guggenheim de Nueva York, con un formato cuadrado ya que presenta unas medidas de 144X144 centímetros. Es un claro ejemplo de pintura abstracta, en donde el autor se ha desprendido de la imposición de representar a la naturaleza tal y como la vemos, ha dejado de ser un fiel seguidor de la misma. Nos hallamos ante un impulsor del primer movimiento significativo de arte abstracto no figurativo, de la abstracción pura, absolutamente vanguardista y sin concesiones a los movimientos artísticos anteriores, especialmente al realismo, que todavía conservaba su parcela en el mundo artístico en estos comienzos del siglo XX y que, por otra parte, siempre ha tenido, desde que aquellos maestros florentinos, y otras ciudades italianas y del norte de Europa, lograron dominar con sus pinceles la naturaleza, en esa etapa artística que todos conocemos como Renacimiento.
     El artista dispone de dos medios para expresarse: el color y la forma. La segunda, en sentido estricto, no es más que la delimitación de una superficie por otra, que además, es la expresión de un contenido interno, según nos informa el propio autor. Precisamente, los círculos son una de las formas preferidas por él, como algo completo y símbolo celeste. Sobre una superficie plana e imprecisa, que provoca la sensación de infinitud en el espectador, podemos ver varios círculos que se distribuyen por ella de manera desigual, de distintos tamaños y colores, que parecen flotar en el espacio, como si de astros luminosos se tratase. Los círculos se superponen unos con otros. Se transparentan y dejan ver, a la vez que modifican sutilmente el color de terceros que se encuentran pintados debajo. Entre todos destaca el gran círculo negro, que se encuentra sobre otro aún mayor de color violáceo, que nos recuerda al típico eclipse de cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra. Pero nos hace dudar de su color el hecho de que tiene transparencia, ya que nos deja ver otros tres círculos menores que cubre en parte. Respecto a la gama cromática, prefiere los tonos cálidos para los círculos más pequeños, mientras que se reserva los tonos considerados fríos para los más grandes.
     Por lo tanto, toda la fuerza expresiva se concentra en las formas; en este caso el círculo, una de las favoritas para el autor; y en los colores, que al igual que las formas, no ofrecen relación alguna con la realidad observable. Esta pintura es autónoma y no presenta conexión de ningún tipo con el mundo natural. Lo único artístico y lo único esencial es que el artista, a través de la armonía de los colores y de las formas, es decir, de la obra de arte, haga vibrar adecuadamente el alma humana, es lo que Kansdisky denomina en su libro De lo espiritual en el arte: “principio de la necesidad interior”. Ésta necesidad nace de tres causas místicas: en primer lugar, todo artista debe tener su propia personalidad y expresar lo que le es propio; segundo, como hijo de su época ha de expresar lo que es propio en esa época; y por último, ha de expresar lo que es propio al arte en general, sin concesiones espaciales ni temporales.
     R.R.C.