jueves, 26 de diciembre de 2013

Palacio Rucellai

           Construido en Florencia por León Bautista Alberti entre 1446 y 1451, es la obra maestra del renacimiento florentino, en la que Alberti utiliza conceptos matemáticos en cuanto a la división y medida de los espacios que se acomodan a las medidas áureas. Es polifuncional: residencia y despacho del rico comerciante. Tiene forma geométrica: cubo en torno a un patio central que se convierte en el núcleo centralizador del edificio, a la vez que proporciona la adecuada iluminación a cada una de las tres plantas. La fachada interior da al patio con una galería porticada.
            En la fachada exterior, el palacio consta de tres plantas: en la parte inferior el paramento almohadillado con escasos resaltes, colocado sobre un alto basamento y dividido en sectores por pilastras de orden toscano que se corresponden con las de los pisos superiores, en las que utiliza el orden jónico en el piso principal y el corintio en el superior: superposición de órdenes clásicos que denota la influencia del Coliseo Flavio.
            Mientras que en el piso inferior abre puertas adinteladas y sencillas ventanas cuadradas, en los pisos de arriba el espacio entre las pilastras está ocupado por un arco de medio punto, con las dovelas resaltadas. Cada arco cobija una ventana geminada con parteluz y pequeños óculos. Desaparece la torre defensiva medieval y el edificio se integra en la arquitectura urbana como expresión del nuevo espíritu. La prioridad del piso central es reforzada por la colocación de los escudos de la familia Rucellai sobre algunas de sus ventanas.
            En esta fachada emplea un gradual y descendiente almohadillado de abajo a arriba siguiendo los pisos, lo que provoca un efecto de robustez, efecto solo interrumpido por las ventanas y la fina cornisa que separa las diferentes plantas, culminando en una gran cornisa apoyada en un modillón que cierra y acentúa la horizontalidad del edificio. Este predominio de la horizontalidad (pisos, cornisas, sillares, alero), se intenta equilibrar, sin conseguirlo del todo, con los vanos dispuestos en sentido vertical, ventanas y puertas.
            Del conjunto de la fachada emana esa rara sensación de armonía producida por el equilibrio, el ritmo y la simetría de todos sus elementos. El palacio remata en una gran cornisa.
MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE