viernes, 23 de agosto de 2013

Conversión de San Pablo de Caravaggio

     Se trata de un óleo sobre lienzo de 2'30 x 1'75 m, realizado entre 1600 y 1601, para la capilla Cerasi. Desechando la posición frontal tradicional, Caravaggio quiso presentar el cuerpo de Pablo desde un punto de vista heterodoxo y subjetivo, escorzándolo casi ortogonalmente. Aunque el cuerpo de Pablo está dispuesto en ángulo recto con el caballo, forma un ángulo ligeramente oblicuo con la superficie del lienzo, que se corresponde con el leve giro del caballo hacia el fondo por el lado derecho.
      Los brazos de Pablo, con las manos alzadas con anhelo y los dedos tensamente separados, parecen pugnar por salir al encuentro de la visión celestial de Cristo y abrazarla. Este ademán es la única indicación externa de que Pablo ha sentido y visto la aparición divina. Pablo aparece con los ojos cerrados y da la sensación de ser derribado por una luz penetrante, potente, que es el único testimonio de la presencia de Dios. La posición hacia arriba de los brazos se contrapone dramáticamente a la dirección de la luz, en un gesto equívoco de rechazo del rayo cegador y de aceptación o abrazo de la fe y de la voluntad divina que lo produce, rayo que es canalizado por los brazos hacia el pecho, donde ha de conmover y penetrar en el corazón de Saulo. Así, la luz, unida a los gestos, contribuye a resaltar el patetismo de un momento culminante de gran efectismo teatral.
      Para que el espectador comprendiese mejor el suceso, Caravaggio toma como modelo de Saulo a un hombre del pueblo con el que se habrían de identificar las humildes masas populares. Además, el pintor asocia claramente el caballo con el milagro de la conversión por medio de la luz que ilumina intensamente casi todo su flanco. También cae dicha luz sobre la frente arrugada del viejo y en algunas zonas de sus piernas desnudas. Pero la mayor intensidad se concentra en el flanco del caballo. El flanco va cambiando de color desde el castaño oscuro de la grupa, pasando por el más claro amarillo pardusco de la zona media que se aleja hacia el fondo, hasta los cuartos delanteros, de un tono amarillo claro.
      Caravaggio llena la superficie pictórica de un lado a otro del marco con la masa del animal, que no es paralela al lienzo, sino que se vuelve en pequeño ángulo hacia el fondo. Su energía plástica queda fuertemente realzada por ese escorzo relativamente ligero dentro del angosto espacio y el fondo oscuro.
    MANUAL DE HISTORIA DEL ARTE