sábado, 27 de abril de 2013

La Vulgata

      
     Fue el Papa del siglo IV Dámaso I, quién encomendó en el año 383 una versión al latín vulgar de la Biblia al monje Jerónimo de Estridón, ciudad de la provincia romana de Dalmacia, aunque su localización es desconocida en la actualidad, probablemente estaría en Croacia o Eslovenia. Era un personaje inteligente, cultivado, viajero y políglota, que en estos momentos vivía en Roma. Inmediatamente se puso manos a la obra y sometió a revisión todas las antiguas versiones latinas que circulaban, con el objetivo de unificarlas y, por supuesto de mejorarlas. El primer libro que analizó fue el de los Salmos.
     
     Poco tiempo después, a la muerte de su protector Dámaso se trasladó a Belén, en donde corrigió este texto basándose en manuscritos que conoció por Oriente. Terminó revisando todo el Antiguo Testamento latino, teniendo presente el texto hebreo del mismo, esencialmente idéntico al posterior texto masorético establecido en esta lengua en los siglos IX y X en Tiberíades, por dos familias de eruditos: las escuelas de Ben Aser y Ben Neftalí; así como otros escritos en griego conocidos como Biblia de los Setenta. Pues era una versión a este idioma de los libros del Antiguo Testamento, traducida del hebreo y arameo por presuntamente setenta y dos expertos en el siglo III antes de J.C. en la ciudad de Alejandría, para los judíos de la diáspora que hablaban griego, además de atender a las explicaciones de los rabinos judíos. Para la traducción del Nuevo Testamento utilizó como base un texto griego muy parecido al Códice Vaticano (1) y la misma Vetus Latina, que era una gran colección de libros bíblicos traducidos al latín, anteriores a San Jerónimo. Ya en el año 405 tenía concluido su trabajo que es la base de la Vulgata.
     
     Por lo tanto, la Vulgata es la versión al latín vulgar (el que hablaba el pueblo llano) de la Biblia, que realizó San Jerónimo y adoptó como propia la Iglesia de Roma. Sin embargo, las antiguas versiones latinas no desaparecieron, afectando al texto de la Vulgata, en el que se introdujeron elementos de dichas versiones con el transcurrir de los años, dando lugar a la lógica confusión  textual. Con lo cual, se tuvieron que llevar a cabo nuevos esfuerzos para establecer de nuevo el texto de la Vulgata.
    
       La IV sesión del Concilio de Trento celebrada en 1546 declaró la Vulgata latina como la Biblia oficial de la Iglesia Católica, pero no obvió la necesidad de fijar un texto definitivo para el futuro, que fuese lo más fiel posible a los originales. Por lo que se editó en 1590 bajo el pontificado de Sixto V, la versión que llevaba su nombre: la Vulgata Sixtina, pero como se demostró insuficiente, volvió a ser revisada poco después a finales del siglo XVI, siendo Papa Clemente VIII, por lo que se le denominó: Vulgata Clementina, y ésta fue, de momento, la que quedó en Vigor.
    
       Hay que esperar hasta Pio X, ya en el siglo XX, para que este pontífice encomiende un nuevo análisis de la Vulgata a la Orden Benedictina. Como consecuencia del trabajo emprendido, han ido apareciendo durante el siglo anterior un nuevo texto revisado de los distintos libros que componen la Biblia. Incluso el Concilio Vaticano II dio un nuevo impulso a su revisión. Tal como la conocemos hoy se le denomina Neo Vulgata y fue aprobada en 1979 por Juan Pablo II. Su contenido es casi idéntico a la Vulgata Clementina; lo que cambió fue los nombres de algunos libros, y la posición de pocos versículos, que se adaptaron para un mejor entendimiento, pero nunca cambió el texto. La Biblia que se escucha en la actualidad en la Iglesia Católica traducida a los distintos idiomas: español, francés, portugués, italiano, etc. es la Neo Vulgata, escrita en latín popular.
     
     Cabe señalar, que la división de los libros de la Biblia en capítulos apareció en la Vulgata por primera vez en el siglo XIII. En cambio, la división en versículos procede del texto hebreo del Antiguo Testamento, ya que los judíos no admiten el Nuevo. No obstante, estas divisiones pueden variar según las distintas versiones que se tienen de la Biblia, además de la Neo Vulgata.
    
       Por último, todos los estudios y análisis que, como hemos visto, se han ido haciendo a lo largo de los siglos de los materiales bíblicos por parte de la Iglesia de Roma, han tenido como objeto establecer el texto sagrado original de la manera más fiel posible.

(1) Llamado así porque se conserva en la Biblioteca Vaticana. Manuscrito en griego sobre pergamino, se considera que es la copia más antigua que existe de la Biblia, ya que fue escrito en la primera mitad del siglo IV y recoge una de esas recensiones bíblicas que circulaban en el siglo III. 
      R.R.C.