domingo, 21 de abril de 2013

Catedral de Santiago de Compostela

                                    Interior: nave central y lateral
                                    Planta de cruz latina

     La arquitectura románica surge en Cluny (Francia) a mediados del siglo X. Es esta orden religiosa la que contribuye a su expansión por el viejo continente, convirtiendo al Románico en el primer arte internacional europeo porque, de alguna forma, con más o menos intensidad y durante más o menos tiempo, Europa está inmersa en una corriente  artística bastante homogénea. El edificio principal es el monasterio y asociado a él, o independiente: la iglesia. Es un arte rural, la mayor parte de sus construcciones se realizaban en el campo o pequeños núcleos de población. El Románico se asocia a los gustos de la nobleza y por su puesto del clero, es un arte de recogimiento, de paz interior y de salvación. La decoración recae en las portadas, capiteles interiores y ábside, en el resto del edificio es muy escasa, no preocupa, imponiéndose la austeridad. Hay un dominio del muro sobre el vano, por tanto el interior de las iglesias se encuentra poco iluminado, lo que invita a la oración. El arte románico incorpora la girola (procedente de Francia) como una prolongación  de las naves laterales por detrás del altar mayor, con el objetivo de no interrumpir el culto cuando los peregrinos visiten la iglesia. Esta incorporación se universaliza con el estilo gótico que le precede, ya que ahora, salvo excepciones, es muy escasa su utilización.

    La arquitectura se convierte en el Románico en la manifestación artística más importante, subordinándose a ella e integrando las diferentes manifestaciones plásticas. Aunque existe una arquitectura civil, como castillos o algún palacio, los edificios por antonomasia son el templo y el monasterio. La gran creación del Románico es el templo de peregrinación, uno de cuyos ejemplares más representativos es el de Santiago de Compostela. Las artes pláticas, que adquieren un gran desarrollo, están al servicio del templo, en el que desempeñan una función ornamental -adaptación al marco arquitectónico- y docente. Su programa iconográfico exige una lectura de tipo moralizante y teológico-simbólica.    

     La mejor obra de este estilo se erige en la meta del Camino francés: Santiago de Compostela. Ya Alfonso II había hecho construir una capilla sobre la legendaria tumba del apóstol, pero el fenómeno de las peregrinaciones sólo tuvo auge a partir del siglo XI y culminó en el XII con la espléndida obra del arzobispo Diego Gelmírez y del rey Alfonso VII. La tarea de derribar las antiguas edificaciones sobre las que se levanta la actual catedral fue iniciada por el obispo Diego Peláez hacia 1075, y el edificio quedó prácticamente concluido en 1122.

      El autor de tan magnífica obra, al menos uno de los más importantes, se llamaba Bernardo, del que suele hablarse con el epíteto de «maestro admirable», lo que nos indica que sus contemporáneos ya comprendieron y valoraron la magnitud de su creación. Hacia el 1130 en la época en que se fecha la puerta de Platerías, trabaja en la obra otro maestro, llamado Esteban.

      Aunque sólo llegan a construirse en su menor parte, sabemos, por testimonio del siglo XII, que el templo se proyecta con nueve torres: una en cada esquina del brazo de crucero, dos en la fachada principal, dos para las escaleras en la unión del brazo mayor y el crucero y otra en el tramo central de éste, según se puede observar en el dibujo didáctico de la Catedral.

           *Su planta es basilical, de tres naves de diez tramos en su eje principal, con otras tres de crucero, con cinco tramos cada una, que forman una perfecta cruz latina. Tiene cuatro capillas semicirculares en los brazos del crucero y una girola o deambulatorio al gusto francés, en la que se abren otras cinco capillas: dos semicirculares, dos poligonales y la central, cuadrada. La girola comunica con la cripta, situada debajo del altar y en la que se guardan los restos del apóstol.

          *La nave central se cubre con bóveda de  cañón reforzada por arcos fajones peraltados, y las laterales con aristas, más bajas, sobre las que reposan sendas galerías o tribunas que se cubren con bóveda de cuarto de esfera o cascarón. Esta tribuna se continúa por la girola y se comunica a la nave mayor por ventanas de dos arcos, como en San Saturnino de Tolosa. Todo el sistema de bóvedas de medio cañón (central) y de aristas (laterales) y cuarto de esfera (tribunas) reposa sobre un conjunto de pilares cruciformes con columnas adosadas del más puro estilo románico.

      La tribuna tiene columnas pareadas que sostienen doble arco de medio punto que cabalga lateralmente sobre columnas adosadas en cada lado. Los pilares con semicolumnas adosadas tienen una basa en la que se alterna el círculo y el cuadrado, sugiriendo el ritmo pilar-columna, característico de Jaca y otras basílicas románicas.    

      La catedral de Santiago fue ricamente ornamentada en sus portadas con magníficos grupos escultóricos, entre los que destaca el pórtico de la Gloria, del Maestro Mateo, y el de Platerías.

      Manuales de Arte. Adaptado por R.R.C.