viernes, 8 de febrero de 2013

La tumba de Bingen


      En octubre de 1859 y de una manera fortuita, como ocurre en numerosas ocasiones en la arqueología, durante las obras del ferrocarril de Bingen (Alemania), fueron descubiertos nueve enterramientos romanos con sus correspondientes monumentos y estelas funerarias. La inscripción en una de ellas recogida en el vol. XIII, 7514 del Corpus Inscriptionum Latinarum, que es una recopilación exhaustiva de inscripciones latinas y algunas griegas, del mundo romano, rezaba ser de un tal Tiberius Iulius Abdes Pantera portaestandarte de la 1ª Cohorte Auxiliar de Arqueros, que nació en Sidón (Fenicia, actual Líbano) y que sirvió en ella durante 40 años hasta fallecer a los 62. En la columna de la izquierda tenemos dicha inscripción tal como muestra la estela, completada con las letras que aparecen entre paréntesis, y a la derecha su traducción al español:

Tib(erius) Iul(ius) Abdes Pantera
Sidonia ann(orum) LXII
stipen(diorum) XXXX miles exs(ignifer?)
coh(orte) I sagittariorum
h(ic) s(itus) e(st)
Tiberius Iulius Abdes Pantera
de Sidon, de 62 años
sirvió 40 años, portaestandarte oficial(?)
de la primera cohorte de arqueros
yace aquí


     Este nombre también aparece escrito en otras fuentes históricas como Pandira o Pantero. Y es el cognomen (apellido) de un soldado romano, que según James Tabor, arqueólogo y estudioso de la Biblia, doctorado en la Universidad de Chicago y profesor de una Facultad norteamericana, los nombres Tiberius Iulius son nombres adoptados por alguien que ha adquirido la ciudadanía gracias al servicio militar, por ejemplo, probablemente por su reenganche tras los 25 años de servicio obligatorio. Además, el nombre Abdes significa "servidor de Dios". También se sabe que la unidad militar a la que pertenecía, la Primera Cohorte de Arqueros, estuvo destinada en el norte de Judea en tiempos de Jesucristo y después fue trasladada a la actual ciudad alemana de Bingen. Se preguntará el lector por la importancia de este hallazgo, lógicamente los descubrimientos de tumbas con estatuas, aunque le falte la cabeza, y con inscripciones latinas de hace dos mil años, siempre aportan información valiosa que no hay que desdeñar, pero en este caso nos encontramos con un añadido interesante y controvertido. Veamos:

     Prácticamente desde el principio del cristianismo se planteó una polémica sobre la paternidad de Jesús, primero en los ambientes judíos, como recogen en alguna cita los propios evangelios canónicos. En Juan cap. 8,41 por ejemplo, leemos, “Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle ellos: nosotros no somos nacidos de fornicación; tenemos por padre a Dios”, es decir, le están atribuyendo a la Virgen María una relación extramatrimonial y fruto de ella el nacimiento de Jesús. El término fornicación se emplea para los actos sexuales fuera del matrimonio. En el evangelio de Marcos cap. 6,3 la muchedumbre que oía a Jesús se pregunta: ¿No es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, de José y de Judas, y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de Él”. En la sociedad judía de este momento los hombres eran conocidos por ser hijos de su padre, y éste no aparece aquí por ninguna parte, algo bastante inusual, al menos que fuera hijo ilegítimo. Un poco más adelante en el mismo evangelio de marcos, en el cap. 7,24 nos encontramos con una frase un tanto enigmática: “Partiendo de allí se fue hacia los confines de Tiro. Entró en una casa, no queriendo ser de nadie conocido; pero no le fue posible ocultarse”. James Tabor sugiere que el padre de Jesús era un soldado romano probablemente de origen judío, de la ciudad de Sidón, muy cerca de Tiro, concretamente el de la tumba aparecida en Bingen, y así se explicaría este pasaje de Marcos, es decir, Cristo fue a realizar una visita familiar.

     Si nos vamos ahora a las fuentes judías dicen muy poco de Jesucristo, a veces producen la sensación que no quieren ni si quiera mencionar su nombre, además de hostiles y contradictorias con Él y sus seguidores. Recogiendo la opinión que el profesor Antonio Piñero, experto en cristianismo primitivo expone en su blog; los textos que en el Talmud y midrás afectan a Jesús son aproximadamente una quincena. De entre ellos sólo tres o cuatro lo nombran de una manera expresa, y, realmente sólo un par de ellos transmiten alguna noticia sustancial. Llaman a Jesús, Ben Stada o Ben Pandera y unos pocos tratan más bien de la madre del Nazareno que de él mismo. La madre de Jesús aparece como una peluquera; o también como maestra de primer grado; o como mujer de Pandera o Pantera, un soldado romano con quien había tenido un hijo adulterino, o según otra fuente, un hijo ilegítimo por haber sido concebido de su marido, el tal Pantera, pero durante el ciclo menstrual, lo que lo hacía rigurosamente impuro. Siguiendo con la opinión del profesor Piñero,  el nombre con el que se denomina también a Jesús en éste y en otros pasajes es Ben Stada. De la identificación entre Ben Stada, Ben Pantera y Jesús no cabe duda, pues en algún otro documento aparece el nombre completo, Jesús ben Pandera, y en otros encontramos a "Jesús" como variante de "Pandira" o "Stada". Este último vocablo, "Stada", deriva del hebreo Setahdáh, "aquella que se ha desviado"... de su marido. Todavía hoy día se mantiene esta historia entre los judíos que rechazan a Jesús, como podemos comprobar en la famosa película de humor “La vida de Brian” en donde la madre del protagonista, que todos confunden con Jesús, le confiesa que se acostó con un militar romano, que a la postre sería su padre, escena introducida probablemente por algún guionista judío.

     Así que, desde los primeros siglos del cristianismo, en los ambientes que se iba afianzando esta nueva religión, se abrió paso la sospecha, no ya que su fundador tuviese un padre terrenal, sino que era fruto de una relación adúltera, consentida o forzada, pues algunos textos no descartan esta última posibilidad. Lógicamente los que no creyeron en Jesús no podían admitir la virginidad de María, pues hubieran tenido que aceptar que era el hijo de Dios, y por lo tanto creer en él.

     En contra de todo lo anterior tenemos los escritos del Nuevo Testamento elaborados en la segunda mitad del siglo I, reconocidos, no sólo por la Iglesia, como textos más fiables que aquellos que rechazan a Jesús. Además, contamos con los padres eclesiásticos que fueron intelectuales de una gran altura, como Justino, Ireneo, Tertuliano, Orígenes y otros. Los primeros de ellos son del siglo II, y todos mantienen de forma contundente la concepción virginal de Jesucristo. Hicieron frente con sus escritos a las insidias, y a veces a las burlas, con las que los enemigos del cristianismo abordaron este asunto. Por ejemplo, el filósofo griego del siglo II Celso, basándose en fuentes orales judías ( ya que las que he utilizado anteriormente se pusieron por escrito más tarde) atribuye la paternidad de Jesús, al conocido Pantera, con tal de desacreditarle. Orígenes se encarga de dar cumplida respuesta a esta afirmación; y a otras muchas calumnias que hace contra Cristo y los cristianos.

     Bien, ya va siendo hora de decir, que ninguna de estas afirmaciones acerca de la paternidad adulterina de Jesús tiene base histórica alguna, son vanos intentos de desacreditarle ante el avance de la nueva religión y el retroceso de los cultos paganos, que tanto interesaban al estatus quo del Imperio y, en definitiva, al Estado romano; ya que los principios e ideas que proponía el cristianismo chocaban frontalmente con las leyes y costumbres de la sociedad de esos momentos, y podía desestabilizar los cimientos y las bases sobre los que se estructuraba la cultura dominante que favorecía a unos pocos, en perjuicio de la mayoría de la población desposeída de bienes y en muchos casos esclavizada para los que Jesucristo suponía una esperanza.

     En lo que están de acuerdo todos los documentos históricos, tanto los que están en contra como los que están a favor, es que la concepción de Jesús se realizó de forma extramarital, las mismas fuentes cristianas nos trasmiten que la Virgen acudió embarazada al matrimonio con José. Desde el punto de vista histórico, sólo queda una conclusión razonable: no fue José quien concibió a Jesús. No sabemos nada seguro de otro progenitor terrenal, no tenemos pruebas fiables que podamos contractar, sólo burlas, incomprensiones y acusaciones interesadas. La concepción divina de Jesús es un acto de fe. Para el creyente, Jesús puede ser el enviado del Padre, su vida y sus obras así lo acreditarían.

     El nombre de Pantera era usual entre las tropas auxiliares romanas de aquella época y años posteriores, como ha demostrado más de un experto. Raymond E. Brown, especialista en la Biblia, afirma que la historia de Pantera es una explicación fantasiosa del nacimiento de Jesús, que incluye muy pocos datos históricos que la sostengan. Por otra parte, el hecho de atribuirle a Jesús un padre con ese nombre, podría responder, en opinión de Craig A. Evans (catedrático de Nuevo Testamento en Canadá) y otros muchos autores, como el ya citado profesor Piñero, en explotar la afirmación cristiana de que Jesús nació de una virgen: parthenos en griego, y sería un juego de palabras. Pantera era el nombre de sonido más parecido, y era un nombre de soldado, sugiriendo que Jesús no fue concebido por una parthenos  sino engendrado por un soldado Pantera. Por lo tanto, lo único que tenemos aquí es una calumnia y no una prueba histórica que podamos relacionar con Jesucristo. Hay que tener presente que el evangelio de Mateo, que habla de una virgen, se escribió en griego.

     Respecto a la tumba con la que iniciaba estas líneas, es verdad que James Tabor la atribuye al padre de Jesucristo, y en cierto modo da por cerrada la cuestión sobre dicha paternidad. Pero cabe preguntarse por la edad que tenía ese hombre llamado Pantera en el momento del embarazo de María. Ya sabemos que su unidad militar se encontraba en torno a Séforis, muy cerca de Nazaret, y que la Virgen, probablemente, vivía aquí con sus padres Joaquín y Ana antes de casarse e irse a vivir con su esposo José. Para Tabor, tenía la edad suficiente para conocer y dejar embarazada a María, pero otros eruditos, después de estudiar la inscripción latina de la lápida y datarla, afirman que el tal Pantera, nació como muy tarde el año 12 antes de Cristo, y la Virgen quedó embarazada en torno al 7, 6, o, 5 antes de J.C. Por lo tanto, el posible candidato quedaría descartado por falta de edad necesaria para la paternidad. La hipótesis de Tabor se considera muy poco probable por los estudiosos del tema, como Maurice Casey, gran experto británico de Nuevo Testamento y principios del cristianismo, ya que no hay pruebas que la apoyen.

     En este caso, la arqueología (el descubrimiento de la tumba) se ha tratado de forzar al máximo para corroborar una acusación sin fundamento histórico y convertirla en un hecho real.
       R.R.C.