domingo, 13 de enero de 2013

Vista de Delft (Vermeer)


      Es un óleo sobre lienzo de estilo Barroco conservado en el Museo Mauritshuis de La Haya, que no alcanza el metro de alto y los ciento veinte centímetros de ancho, pintado por el pintor holandés Vermeer  hacia el año 1660. Marcel Proust llegó a asegurar en 1921 que era “el cuadro más bello del mundo”. Una descripción de la obra con motivo de su venta en Ámsterdam el 22 de mayo de 1822 dice como sigue: "Esta pintura, la más importante y la más célebre de este maestro, cuyas obras son escasas, representa la villa de Delft sobre el Schia; puede verse la villa completa con sus puertas, torres, sus puentes tal y como eran; en el primer plano hay dos mujeres hablando, mientras que a la izquierda algunas personas parecen prepararse para embarcar en una gabarra. Delante de la villa varios navíos y embarcaciones. La manera es audaz, de las más poderosas y magistrales que puedan imaginarse; todo está agradablemente iluminado por el sol; la tonalidad del aire y del agua, la calidad de las construcciones y de los personajes forman un conjunto perfecto, y esta pintura es absolutamente única en su género".
     El género de vistas o paisajes urbanos fue uno de los temas preferidos del arte holandés de estos momentos. El autor realizó este trabajo en el lugar, pero desde una posición elevada y, probablemente, utilizó un telescopio invertido para poder obtener así la vista panorámica de esta parte de la ciudad, a la vez que disminuía el tamaño de las figuras humanas más cercanas. 
     Nos encontramos ante una composición equilibrada, montada sobre una estructura de líneas horizontales, verticales y diagonales. La sensación de quietud, de calma, serenidad, que provoca este lienzo en el espectador es excepcional, como si estuviésemos observando “una naturaleza muerta de la ciudad”. Nada perturba la quietud: ninguna figura se encuentra en movimiento, como podemos comprobar en las personas que aparecen en primer plano, todas las barcas se encuentran amarradas, no hay ondulaciones en el agua, se encuentra en absoluto reposo actuando como un espejo del plano anterior, los frondosos árboles del fondo tampoco se mueven, hay atmósfera, pero no hay pizca de viento. El silencio, la soledad, e incluso la intuición melancólica de una ausencia, se siente y se palpa en este paisaje excepcional de uno de los mejores maestros de la luz, como podemos comprobar en el juego de luces y sombras que lo llena todo de encanto.
     El cuadro presenta una absoluta unidad focal, ningún elemento margina a otro, todos destacan, cada muro, cada vano, cada tejado, cada torre…; en esa visión horizontal de la ciudad de Delft. El amplio cielo nublado que anuncia lluvia, abarca bastante más de la mitad del lienzo, pero se presenta tan suavizado, que no resta protagonismo alguno a las construcciones que aparecen debajo.
     R.R.C.