sábado, 12 de enero de 2013

Fachada de la catedral de Murcia

     Es una de las fachadas más bellas del barroco español, de una monumentalidad excepcional, única en su género, está enteramente dedicada a la virgen María, titular del templo. Fue realizada entre 1736 y 1754 por Jaime Bort y ha sido calificada como un poema sinfónico de la religión cristiana, pudiendo decirse que viene a ser una exaltación triunfal de las glorias de la Iglesia de la diócesis de Cartagena. Es sin duda alguna un gran retablo en el que la escultura no es ornamento de la arquitectura sino que la arquitectura presta ambiente a los relieves y a las estatuas, muchas de ellas realizadas por el imaginero Antonio Dupar.

     Tiene dos cuerpos, divididos por grandes columnas uniéndose los laterales al central por medio de unas grandes volutas o alerones, rematándose la calle central con una gran moldura curva que a modo de frontón forma un casquete de bóveda con el grupo escultórico de la Asunción de Nuestra Señora.

      En las tres calles que componen la fachada, dividida por pares de columnas de fuste estriado de orden corintio y compuesto respectivamente, se abren las tres puertas, que corresponden a las tres naves del interior del templo. La puerta del Perdón o central para el acceso de los personajes reales, está enmarcada por un baquetón acodado y una guarnición de mármol azul y jaspe rojizo. Encima de esta puerta, que entra dentro del gran arco o nicho, que forma una gran concavidad hasta el remate de la fachada, hay una hornacina con un grupo escultórico de la Virgen María entre los Arcángeles San Gabriel y San Rafael y sobre las cornisas, las estatuas de San Patricio y Lorenzo Justiniano.

     En la parte superior, entre columnas, las efigies de San Fernando y San Hermenegildo. En los zócalos, los bustos de los Apóstoles, la estatua de San Juan Bautista y San José, en las puertas laterales; las de los cuatro Santos de Cartagena: San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, en los intercolumnios.

     Las estatuas del segundo cuerpo representan a San Ginés, San Liciniano, San Poncio Bracarense y San Palucio. En los extremos laterales hay dos hornacinas con las efigies de Santo Tomás y Santa Teresa y sobre ellas las de San Pedro y San Pablo.

      La acertada y delicada distribución de ventanas, ornamentos, atributos religiosos y demás detalles, como tiaras, mitras, cetros e instrumentos músicos en las pilastras, completan este maravilloso retablo de la monumental fachada.

      Las otras dos puertas son la del lado norte, de San Juan, para el Obispo, y la del lado opuesto, de San José, para el Cabildo Municipal, sobre las cuales acordó el Cabildo colocar los escudos de la ciudad y del Cardenal Belluga.

     Recordar la monumental torre de más de noventa metros de altura con la que cuenta esta catedral, claramente visible cuando contemplamos su fachada principal, el efecto que produce ambas construcciones en el espectador es magnífico.

        R.R.C.